lunes, 17 de mayo de 2010

EVALUACION EN LOS PROYECTOS

La importancia de la evaluación en los proyectos colaborativos. Nociones y alcances.

El proceso de evaluación siempre se nos presenta como una tarea compleja. El caso particular de los proyectos colaborativos –y en especial de aquellos que incluyen TIC- no escapa a esta regla. ¿En qué se centra la dificultad específica de evaluar este tipo de proyectos? ¿Qué cuestiones es importante considerar antes, durante y luego del desarrollo de éstos para realizar evaluaciones significativas y que –sobre todo- resulten provechosas de cara a proyectos futuros? En este artículo nos centraremos en algunos de los aspectos relevantes que deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar proyectos colaborativos con TIC en el aula e intentaremos dar respuesta a estas preguntas.
Cuando pensamos en la evaluación de aprendizajes en entornos no estructurados, es necesario tener en cuenta las particularidades de cada proyecto colaborativo. Así, muchas veces la lógica de trabajo habitual en las aulas se subvierte en uno o varios aspectos cuando se trabaja por proyectos –en general - y en proyectos colaborativos en particular. Es por ello que uno de los ejes centrales para pensar cómo evaluar consistirá, como veremos más adelante, en tener en cuenta criterios de distinto tipo, tanto aquellos que se centren en contenidos específicos ligados al currículum como a contenidos transversales que atiendan al trabajo en equipo, la tolerancia, la organización de roles para el desarrollo de las distintas tareas, etc. En este sentido, autores como Panitz (1997) señalan que la premisa básica del aprendizaje colaborativo es la construcción del consenso, a través de la cooperación de los miembros del grupo. Señala que en el aprendizaje colaborativo se comparte la autoridad y entre todos se acepta la responsabilidad de las acciones del grupo.
Por eso es importante que los proyectos engendren actividades útiles para la tarea diaria con los alumnos. En algunos casos el vínculo con el currículo está explicitado en la propuesta. Sin embargo, es recomendable que antes de encarar la participación en proyectos de este tipo se analicen en profundidad las posibilidades de generar aprendizajes a partir de las tareas que el proyecto propone en relación con los contenidos planificados para el trabajo en clase. Se trata, en este sentido, de abordar los contenidos del currículo a partir del proyecto y no viceversa. Por ello, resulta central encarar la tarea teniendo en cuenta que la participación en el proyecto no sea una actividad extraescolar que se sume a lo que ya se hace. Eso hará posible la continuidad dentro del proyecto y favorece las instancias de evaluación, en tanto suma criterios específicos asociados a nuestra planificación curricular.
En este sentido, el punto de partida para trabajar en proyectos colaborativos consiste sin duda en plantear objetivos específicos. Como habitualmente cuando nos embarcamos en este tipo de iniciativas, los proyectos cuentan con objetivos propios que debemos acatar y cumplir para llegar a buen puerto, resulta también fundamental plantear una serie de objetivos ligados a los procesos que pretendemos desarrollar en el marco de nuestro propio trabajo en el aula. Seguramente, muchos de éstos serán convergentes con los objetivos generales del proyecto, pero es importante tener en cuenta que la apertura y flexibilidad con que demarquemos nuestros propios objetivos –tanto para el trabajo en el aula como para el trabajo con nuestros colegas- será lo que posibilite luego replanificar, reorientar y rediscutir los alcances y necesidades a partir de conocer el desarrollo real del trabajo con nuestros alumnos.
Los proyectos colaborativos suelen estar orientados a la actividad constante de búsqueda de información y producción de los alumnos, pero también al aprendizaje colaborativo en la interacción entre docentes y estudiantes, centrado –en general- en el análisis de problemáticas de carácter local. En este sentido, y en función de lo antedicho el tipo de proceso de evaluación que proponemos aquí se organiza a partir de:
• un aprendizaje en entornos no estructurados,
• con objetivos específicos pero flexibles y abiertos,
• que busca la actividad constante de lo alumnos,
• que fomenta el aprendizaje colaborativo de docentes y alumnos,
• que apunta el uso de conocimientos a contextos reales.
Es por ello que la evaluación de estos proyectos será una evaluación que
• tome en cuenta diferentes dimensiones de los conocimientos, tales como la planificación, la producción, etc.
• integre las propuestas de los participantes involucrados (motivaciones, objetivos y demandas cognitivas),
• contemple modos de realización tanto individuales como colaborativos.




Evaluar distintos actores, evaluar un solo proyecto

Una de las particularidades que distinguen a los proyectos colaborativos es que la mayoría de ellos involucran el trabajo específico de gran cantidad de actores: instituciones que se coordinan con otras instituciones y a la vez con los miembros de cada una; docentes que trabajan con sus pares de otras disciplinas (tanto de su escuela como de otras escuelas); estudiantes que aportan producciones individuales a las de los grupos en los que trabajan… todos ellos embarcados en lograr los objetivos de una misma tarea.

¿Cómo se evalúan los desempeños de todos estos actores? ¿Cómo se realizan evaluaciones individuales? ¿Cómo se evalúa el trabajo colaborativo de todos estos actores? ¿Cómo promover, además, acciones que permitan a cada uno por separado y a todos como grupo una autoevaluación productiva del trabajo realizado?

Como señalábamos en el parágrafo anterior, una de las cuestiones centrales a la hora de evaluar proyectos colaborativos es delimitar claramente los criterios que utilizaremos. Así, los objetivos que hemos delimitado pueden convertirse en una fuente fundamental para jerarquizar los puntos que deseamos evaluar.
Pautas y criterios
La organización de los criterios que utilizaremos para evaluar y la explicitación de éstos tanto a nuestros alumnos como a nuestros colegas, permite llevar adelante la tarea considerando jerarquizadamente los aspectos que nos resulta relevante tener en cuenta. Esto se hará en función de los objetivos que hemos trazado para el proyecto y de los desempeños de los estudiantes. Para llevar adelante esta tarea, una herramienta útil son las rúbricas o matrices de evaluación.
Las rúbricas son básicamente listas de características que facilitan evaluar la calidad de un producto de aprendizaje determinado. En ellas se identifican los rasgos y los componentes que deben estar presentes para indicar el nivel que se ha alcanzado en el aprendizaje. En otras palabras, una rúbrica es un conjunto de criterios de evaluación que especifica las características del producto para cada nivel de calidad.
Las rúbricas se diseñan para cada tipo específico de producto. En el caso de proyectos colaborativos muy ambiciosos o que se extienden en el tiempo, puede ser conveniente utilizar una rúbrica general y una serie de sub-rúbricas asociadas a producciones intermedias específicas.
Una de las ventajas fundamentales de esta herramienta es que no sólo es útil para que el docente evalúe, sino que puede ser compartida con los alumnos de modo de hacer explícito qué es lo que se espera de ellos en relación con sus desempeños en determinada tarea. Asimismo, es posible acordar antes del inicio de los proyectos matrices para evaluar nuestro propio trabajo con los colegas involucrados en el desarrollo del proceso.
Por lo general, las rúbricas especifican el nivel de desarrollo esperado para obtener diferentes niveles de calidad. Estos pueden estar expresados en términos de una escala (Excelente, Muy Bueno, Bueno, Necesita mejorar) o en términos numéricos (4, 3, 2,1), que al final se suman para determinar una resultado al que se le asigna una nota (A, B, C, por ejemplo).
Muchas rúbricas detallan también un nivel de asistencia (independiente, con ayuda mínima de un adulto, con bastante ayuda de un adulto) para cada nivel de calidad.
Un ejemplo de rúbrica para evaluar un proyecto colaborativo puede ser el siguiente:

Categoría

Excelente

Muy Bueno

Bueno

Necesita Mejorar

Trabajo con otros: Se evalúa la capacidad para escuchar, compartir y apoyar el esfuerzo de los otros. La habilidad, en mayor o menor grado para mantener una cohesión grupal sin causar conflictos.





Contribuciones: Se evalúa la habilidad para proporcionar ideas útiles en las discusiones y ofrecer soluciones a los problemas que surgen.





Enfoque en la tarea: Se evalúa la capacidad para centrarse en el trabajo que se necesita hacer, la adecuación y el grado de respuesta a consignas específicas.





Calidad del trabajo: Se evalúa la preocupación por la calidad del trabajo y sus revisiones o ajustes al producto final.





Manejo del tiempo: Se evalúa la utilización del tiempo durante todo el proyecto, trabaja en mayor o menor grado con la suficiente previsión.






Evaluación continua y más allá…
Pensar en una evaluación continua real implica concebir un proceso evaluativo que incluye múltiples formas de medición del desempeño de los estudiantes. En ellas es importante reflejar tanto el aprendizaje como los logros, la motivación y las actitudes del estudiante respecto a las actividades más importantes en relación con los contenidos con los que trabajan.

En términos amplios, la valoración es un abordaje sistemático para recopilar información sobre el aprendizaje de nuestros alumnos y su desempeño, que normalmente se basa en distintas fuentes de evidencia. Una evaluación continua real incluye enfoques con los que se averigua qué sabe el estudiante o qué es capaz de hacer, utilizando métodos diferentes al de la aplicación de los exámenes tradicionales, aunque sin excluirlos necesariamente del “menú de evaluación”. Este escenario es especialmente propicio para atender a la evaluación de proyectos colaborativos.

La valoración continua real apunta a un subconjunto de procesos alternativos a la evaluación tradicional. Se fundamenta en el supuesto de que existe un espectro mucho más amplio de desempeños que el estudiante puede mostrar y que se diferencian del conocimiento limitado que se evidencia con un examen estandarizado de respuestas cortas.

Así, este espectro más amplio incluye situaciones de aprendizaje de la vida real y problemas significativos de naturaleza compleja, que suelen ser los ejes vertebradores de los distintos tipos de proyectos colaborativos.

Es en relación con lo antedicho que los procedimientos de valoración tradicionales no evalúan el rango completo de los productos sobresalientes de los estudiantes, por lo que los docentes muchas veces tienen dificultades con la utilización de la información que obtienen para planear la enseñanza. Los exámenes de selección múltiple, por ejemplo, han hecho énfasis en la evaluación de destrezas básicas y no involucran representaciones reales de actividades de clase, de interacciones sociales, del empleo de recursos múltiples, o de situaciones de la vida real muchos de los cuales son contenidos que se han instalado fuertemente a partir de la introducción de TIC en el aula, en tanto y en cuanto el trabajo colaborativo ha potenciado –entre otras cosas- el análisis e intercambio de problemáticas ligadas a los entornos locales.
Tipos de evaluación continua
Algunos autores han categorizado los tipos más comunes de evaluación continua y las actividades realizadas por los alumnos que se deben observar y documentar. Sus ejemplos incluyen los siguientes:
• Interacciones orales: el docente hace preguntas al estudiante sobre su trayectoria personal, actividades que realiza, lecturas y demás intereses.
• Nueva narración de la historia o del texto: el alumno vuelve a narrar las ideas principales o pormenores seleccionados de un texto al que estuvo expuesto, a través de la lectura o por medio de la narración oral.
• Ejemplos de tipos de escritura: los alumnos generan un documento de tipo narrativo, explicativo, argumentativo o de referencia en función de los contenidos abordados (en papel o en formato digital).
• Proyectos / exhibiciones: Los alumnos trabajan en equipo con otros compañeros para crear un proyecto que con frecuencia involucra producción en multimedia, presentaciones verbales o escritas, y una exhibición.
• Experimentos / demostraciones: Los alumnos documentan una serie de experimentos, ilustran un procedimiento, realizan los pasos necesarios para completar una tarea, y documentan los resultados de esas acciones. Pueden realizar experiencias directas o trabajar a partir de simulaciones digitales.
• Pruebas o exámenes: Los alumnos responden por escrito a preguntas abiertas.
• Observaciones del docente: El docente observa y documenta la atención del estudiante y su interacción en clase, su respuesta a los materiales utilizados y el trabajo que hace en colaboración con otros estudiantes.
• Portafolios: Los estudiantes recopilan sus trabajos orientados a dar cuenta de su progreso a lo largo del tiempo.
A partir de estos ejes de los que hemos dado cuenta hasta ahora, las características que tendremos en cuenta para el desarrollo de procesos de evaluación en contextos en los que se desarrollan proyectos colaborativos pueden ser: continuidad, comunicación y opciones de autoevaluación.
Continuidad
La literatura sobre evaluación suele clasificarla según tres tipos característicos:
• Evaluación diagnóstica: se trata de la instancia inicial para conocer el grupo (saberes previos, nivel de formación, etc).
• Evaluación formativa: se trata de la evaluación que se realiza al finalizar cada tarea de aprendizaje y tiene por objetivo informar de los logros obtenidos, y eventualmente, advertir dónde y en qué nivel existen dificultades de aprendizaje.
• Evaluación sumativa: es aquella que pretende constatar si se han logrado los objetivos o condiciones supuestamente deseables en un elemento o situación educativa. Es lo que habitualmente llamamos "evaluación tradicional".
En la enseñanza con TIC en el aula apuntamos a un proceso evaluativo que pueda integrar estas tres dimensiones. Esto significa que en el trabajo del docente, la evaluación debe ser continua. Debe realizarse en las primeras instancias para conocer a los alumnos, deberá repetirse, -podríamos decir, a diario- en cada intervención y actividad, y por supuesto debe organizarse hacia el final del curso para medir los resultados. Y necesariamente, aunque resulte quizás el momento menos agradable del curso, debe organizarse.
La evaluación continua es una fase importante del proceso educativo, por las condiciones que presupone (planificación) y por las consecuencias que genera (individualización y reajuste), resulta un medio eficaz de perfeccionamiento didáctico, orientado a mejorar el sistema educativo. El marco de la Enseñanza para la Comprensión (EpC), por ejemplo, plantea la evaluación diagnóstica continua como uno de los pilares fundamentales para la comprensión profunda. En este sentido, Perkins y Blythe (2006) señalan que “para aprender y para comprender, los estudiantes necesitan criterios, retroalimentación y oportunidades para reflexionar desde el inicio y a lo largo de cualquier secuencia de instrucción. A este proceso lo llamamos “Valoración Continua””.
Comunicación
La segunda característica específica de la evaluación de proyectos colaborativos con TIC apunta al hecho de que evaluar no significa solamente revisar el trabajo de los estudiantes de acuerdo con determinadas pautas sino también comunicarlo. Es por ello que cuando se trabaja con TIC es fundamental que los alumnos conozcan las pautas con las que serán evaluados así como sus resultados, no importa cuáles sean.
La evaluación de la participación del grupo de trabajo en un proyecto colaborativo, plantea un nivel de evaluación del grupo en general y otro a nivel individual: la evaluación del grupo en general, no suele presentar mayores dificultades ya que puede realizarse a partir de sus producciones. Sin embargo la evaluación a nivel individual de un trabajo en grupo puede plantear mayores desafíos.
Autoevaluación
La tercera de las características muy usuales -aunque no necesariamente siempre presentes- en el trabajo con TIC en el aula en el marco de proyectos colaborativos son las autoevaluaciones. Es importante que en el curso se ofrezcan pautas, mecanismos y opciones para que los estudiantes realicen su propio proceso de evaluación.
El docente debe seleccionar las herramientas y recursos de evaluación y planificar el proceso según objetivos y metas. Así la evaluación se convierte en un proyecto en sí mismo, en una estrategia didáctica.
Involucrar a nuestros alumnos dentro del proceso de valoración y evaluación es parte fundamental para hacer de éste un proceso balanceado.
Cuando los alumnos se convierten en miembros activos del proceso de aprendizaje adquieren una mejor perspectiva de ellos mismos como lectores, escritores y para la resolución de problemas. Asimismo, como hemos señalado antes, la autoevaluación es una buena forma de evaluar nuestro trabajo como docentes en el marco de estos proyectos y de considerar también el proceso realizado en la institución que nos alberga.
Conclusión
La mayoría de los autores coincide en que la evaluación puede ser una herramienta fundamental de mejora de los procesos, porque su puesta en marcha deja, en todos los casos, una gran cantidad de información que puede ser utilizada con ese fin.
Como señalábamos más arriba, en el caso de los proyectos colaborativos se hace patente la necesidad de evaluar distintos autores. Si bien habitualmente asociamos más la idea de evaluación a la idea de “evaluar a los estudiantes” resulta necesario también hacer una evaluación constante de nuestro trabajo: materiales, modalidades de trabajo, etc.

Así, en el marco de estos proyectos, es muy útil incorporar a la práctica de la evaluación la metaevaluación, es decir, evaluar el modo en el que realizamos la evaluación de los procesos de trabajo. Esto nos permitirá mejorar procesos futuros y reformular los criterios y herramientas para evaluar: tomar distancia del propio trabajo, extrañarse lo suficiente como para poder analizar la propia tarea, son ejercicios que enriquecen la tarea de enseñar, y que son especialmente fecundos en proyectos en que la colaboración es la que permite la construcción.

Aprender a trabajar con otros, conocer dinámicas de resolución de tareas diferentes, conectarse con otras realidades y encarar proyectos basados en la construcción colectiva de saberes requiere entusiasmo, tiempo, dedicación y seguimiento. Los resultados finales suelen ser enriquecedores pero, básicamente, el aprendizaje que se realiza durante el proceso hace que estos proyectos sean una aventura que vale la pena recorrer. Evaluarlos es una manera de registrar esos avances y de construir y reconstruir nuevos desafíos hacia delante.

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